Camping en Mont-Tremblant: ¿Quién teme a un oso cuando hay ratones?

Sin duda uno de los puntos fuertes de Canadá en el verano es el camping. Ya os conté nuestra primera experiencia por estas tierras, y cuando vinieron Bego y Javi decidimos que era la segunda cosa en la lista de imprescindibles una vez atada la visita a Canada’s Wonderland. Y aunque volvió a llovernos (empezamos a cogerle el truco a esto de hacer fuego con un paraguas) volvimos a pasarlo estupendamente.

 

Esta vez aprovechamos para salir de Ontario y nos fuimos al Parque Nacional de Mont-Tremblant, y lo cierto es que si el Parque Awenda me gustó en este me quedaba a vivir. Es sencillamente enorme y precioso, y además está en Quebec que como todo el mundo sabe es la parte que más mola de Canadá.

Como estuvimos más días y la meteorología acompañó la mayor parte del tiempo también nos lanzamos al agua para probar las canoas y el kayak. Personalmente creo que la canoa mola más, y no sólo porque sea más descansado sino porque hace muchísimo menos ruido y eso aumenta tus posibilidades de ver animalillos del campo. Que lo mismo cuando te encuentras con un oso te gustaría haber ido con el kayak y montando una rave, pero yo todavía no he visto un moose de los gigantescos y le tengo ganas. Además la canoa es más grande y te permite transportar cosas, que por algo se llama canoe-camping y no kayak-camping (y esto sí que mola).

canoa-kayak
¡Aventuras en el agua!

Además de disfrutar del lago también disfrutamos de un menú elaborado por un chef. No sin planificarlo, de camino al camping pasamos por casa de los padres de la novia de mi cacho-carne para pedir prestado equipamiento (minucias como una bolsa de agua, un barreño para fregar los platos o una tienda de campaña donde cupiésemos todos) y por supuesto algo de comida. Y claro, pasamos de calentar salchichas pinchadas en palos a hacernos unas hamburguesas de cordero del copón y desayunar unos croissantes a la plancha que parecíamos marqueses.

Toda esa comida deliciosa nos hizo prestar aún más atención a las normas de seguridad para evitar que venga un oso a preguntarte donde están esas hamburguesitas que huelen tan bien. Básicamente se trata de esconder toda la comida, basura y cosas que desprendan olor (pasta de dientes, desodorantes -maldita la falta que te hace de camping-, jabón e incluso la ropa que usas para cocinar) en el coche, colgadas de un árbol apartado de tu asentamiento o en cajas a prueba de oso que escondes también alejadas de donde duermes. Como estábamos de camping dominguero teníamos el coche a veinte metros, así que escondimos ahí las cosas.

Pero tanto que te dicen que tengas cuidado con los osos y nadie te avisa de peligros mucho más comunes. Nosotros descubrimos que allí donde los osos no llegan un ratoncillo se cuela y te hace la misma gracia, comiéndose el pan y las galletas de chocolate con mantequilla de cacahuete (o sí, galletas para gordos en Norteamérica no faltan, y la excusa es que de camping necesitas energía).

camping-gourmet
Con desayunos así yo entiendo que vengan ratones, osos y los del camping de al lado, la verdad…

El caso es que la primera mañana que al sacar las cosas vimos un agujerillo sospechoso en la bolsa de galletas pensamos que se habría rasgado con cualquier cosa (aunque alguien ya mencionó que parecía un agujero de ratón…), pero esa misma noche vimos al ratón en el coche y saltaron las alarmas. Tras buscarlo infructuosamente durante un rato nos dimos por vencidos, y mientras guardaba la comida en un complejo entramado de bolsas mi cacho-carne tuvo la ocurrencia de decir “mira, si un ratón consigue atravesar todo esto yo creo que se merece la comida”. Y vaya si lo consiguió, pero ocultamos las pruebas y tiramos el pan mordisqueado antes de que Bego y Javi lo viesen (ahora que estáis leyendo esto… ¡sorpresa!)

Al ratón no le volvimos a ver, y pese a que antes de devolver el coche le pasamos un perro por dentro para que saliese por patas a día de hoy seguimos sin saber qué fue de él. Lo más probable es que se subiese en el propio parque y se quedase allí mismo, pero por lo que sabemos podría seguir viviendo en ese coche todavía (no sé cómo de a fondo lo limpian los del alquiler), a la espera de los próximos sandwichillos que le pongan cerca.


Comentarios

2 respuestas a «Camping en Mont-Tremblant: ¿Quién teme a un oso cuando hay ratones?»

  1. Aquí, en lugar de llevarnos al ratón-mascota de camping lo hubiéramos dejado abandonado en una gasolinera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *